Nuestro organismo responde a los estímulos de nuestro sistema nervioso, ya sea de manera voluntaria, generando actividad donde intervienen nuestras decisiones consientes o automatizadas; y la involuntaria, donde interviene el sistema autónomo (simpático y parasimpático). Toda esta actividad determina el estado de salud y todas las funciones de nuestro cuerpo, ya que el sistema nervioso es el director de la orquesta.
Pero detrás de este sistema tan complejo, se encuentra nuestra mente, nuestros pensamientos, los cuales determinan las emociones y los sentimientos, y finalmente las emociones, y los sentimientos se reflejan en la función de nuestro cuerpo, de manera sana o alterada.
¿Te has preguntado alguna vez, porque hay algunas personas que nunca se enferman, y otras, que basta con un pequeño evento, cualquiera que sea, para sentirse mal o enfermarse? Los estímulos pequeños son solo la ¨gota que derrama el vaso¨. El problema realmente no se encuentra en los factores externos, sino en esa predisposición de nuestro organismo, que está al borde del colapso.
Lo anterior es aplicable también a los problemas infecciosos, tanto causadas por bacterias, virus, hongos y parásitos; y al 90% de las enfermedades que padecemos, dejando solo el 10% de los problemas de salud fuera del alcance de nuestras decisiones.
Pero tenemos buenas noticias, podemos llevar tu organismo a un estado de equilibrio dinámico y hacerlo más resistente a todos estos factores, descubriendo el origen del conflicto y usando métodos más amigables con tu organismo.